lunes, diciembre 27, 2010

Hay días en que no sé para qué me levanto


Me he levantado completamente muerto,
la cocina era un parque cerrado con tiovivo,
y todas las cosas estaban casi vivas
en botes o jaulas abiertas boca arriba.

La cafetera imploraba de rodillas
agua y café triturado,
y pan para quemar la tostadora,
las alimenté
y ellas me lo vomitaron.

Abrí un frigorífico aburrido,
su cándida luz me dejó colgando una promesa:
mermelada de naranja amarga y mantequilla.

La cafetera silbó su sinfonía de olor zaíno
y como una fuente el café brotó sin ganas,
lo mezclé en una taza roja con manías
con un poco de leche y tres terrones de amalgama.

Un cuchillo sin filo
me untó trozos de pan entre los labios,
rebozados de amarga mermelada y mantequilla,
que mezclados con el café los fui olvidando,
mientras el cielo de mi boca amanecía.

Las cosas opinaban por su lado,
mi mente, mejorando, por la mía.

La cocina de pronto se fue fugando
a una especie de salón con mil estanterías,
un televisor que estaba equivocado,
y una mesa de madera torpe, entrometida,
deje en una bandeja de plata y empapados
algunos pedazos sueltos de mi vida.

Hay días en que no sé para qué me levanto.

Condevolney2010©

1 elucubraciones

Anonymous Victoria Recche que libremente y sin coacciones, dice...

Para conocer gente como nosotros...a que si???

20 de mayo de 2011, 23:51  

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